Una Iglesia con rostro afrodescendiente, viva y sinodal

Del 3 al 7 de noviembre de 2025, la Arquidiócesis de Mercedes-Luján, Argentina, fue sede del XVI Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña (EPA), un evento que marca un punto de inflexión en el reconocimiento de las comunidades afrodescendientes dentro de la Iglesia Católica latinoamericana. Más de 144 representantes de doce países se reunieron bajo el lema "Los afrodescendientes: sus clamores y sus esperanzas dentro de una Iglesia sinodal", generando un espacio de diálogo profundo y comprometido con la transformación pastoral.
Este encuentro representó un momento histórico en el camino de visibilización y dignificación de los pueblos afrodescendientes en América Latina y el Caribe. La elección de la Arquidiócesis de Mercedes-Luján como sede no fue casual: este lugar está marcado por la devoción a Nuestra Señora de Luján y la memoria de Manuel, un hombre afrodescendiente que fue custodio fiel de la imagen de la Virgen, convirtiéndose en símbolo de servicio, humildad y resistencia.

Clamores que no pueden seguir siendo ignorados

El encuentro identificó tres clamores urgentes que atraviesan las vidas de los pueblos afrodescendientes: la invisibilización persistente, el racismo estructural y sistémico, y la migración con rostro afrodescendiente. Estas no son heridas nuevas, sino dolores históricos que claman por respeto, justicia y dignidad. Como señaló Monseñor Zanoni Demettino Castro, arzobispo de Feira de Santana, Brasil, y obispo referencial de la Pastoral Afro, esta lucha por espacio, justicia y dignidad forma parte de su existencia, siendo "igualmente un canto de esperanza que emerge del Evangelio vivido a través de la cultura".
La invisibilización de las comunidades afrodescendientes dentro de la Iglesia y la sociedad latinoamericana se manifiesta en múltiples dimensiones: desde la ausencia de su historia en los textos litúrgicos y catequéticos, hasta la falta de representación en las estructuras de decisión eclesial. Esta realidad contradice el mandato evangélico de construir una comunidad donde todos tengan lugar y voz.
El racismo estructural y sistémico, por su parte, no se limita a actitudes individuales de discriminación, sino que está arraigado en las instituciones, las prácticas pastorales y las mentalidades colectivas. Es un problema que requiere una conversión profunda de estructuras y conciencias, no solo declaraciones de buena voluntad.
La migración afrodescendiente, finalmente, plantea desafíos pastorales específicos: personas que huyen de la pobreza, la violencia o la falta de oportunidades, llevando consigo su fe, su cultura y sus esperanzas, pero enfrentando nuevas formas de discriminación y exclusión en los países de destino.

Una Iglesia sinodal necesita todas las voces

El tema del XVI EPA responde directamente a la visión del Papa Francisco de una Iglesia del encuentro donde nadie queda atrás. El evento se alinea con el Segundo Decenio Internacional para las Personas Afrodescendientes (2025-2034), centrado en tres pilares: reconocimiento, justicia y desarrollo. El mensaje final del encuentro fue contundente: "Una Iglesia sinodal no puede construirse sin la inclusión plena de los pueblos afrodescendientes".
La sinodalidad, entendida como el caminar juntos de todo el Pueblo de Dios, exige que las voces históricamente marginadas sean no solo escuchadas, sino también integradas en los procesos de discernimiento y toma de decisiones. Los afrodescendientes aportan una riqueza teológica, espiritual y cultural que enriquece a toda la Iglesia: una fe vivida en medio de la adversidad, una espiritualidad que integra cuerpo y alma, una memoria histórica de resistencia y esperanza.

Compromisos concretos para la transformación

Los delegados asumieron compromisos específicos que trascienden la retórica y buscan generar cambios reales y medibles. Primero, demandan el reconocimiento estructural formal y explícito de los afrodescendientes como parte constitutiva del Pueblo de Dios en documentos eclesiales, planes pastorales y estructuras de participación. Este reconocimiento implica que la presencia afrodescendiente no sea vista como un añadido opcional, sino como elemento esencial de la identidad de la Iglesia latinoamericana.
Segundo, se comprometieron a continuar visibilizando sus realidades desde sus propias voces, espiritualidades y memorias colectivas. Esto significa promover una Iglesia más inclusiva y representativa, donde las expresiones culturales afrodescendientes –su música, sus símbolos, sus tradiciones– tengan lugar legítimo en la liturgia y la vida comunitaria.
Tercero, asumieron el combate contra el racismo estructural y sistémico en todos los niveles, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad. Esta lucha requiere una pastoral decidida y formadora de conciencia crítica, capaz de descolonizar las mentes y las estructuras que perpetúan la discriminación. Implica cuestionar los prejuicios inconscientes, revisar las prácticas institucionales y formar agentes pastorales conscientes de las realidades afrodescendientes.
Cuarto, se comprometieron a fortalecer sus procesos de formación mediante escuelas de liderazgo de la pastoral afroamericana y caribeña, en coordinación con el CEBITEPAL (Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe). La formación integral es clave para formar líderes capaces de incidir en sus comunidades y en las estructuras eclesiales.
Finalmente, acordaron establecer mecanismos de comunicación permanente, utilizando las nuevas plataformas digitales, la inteligencia artificial y los medios de comunicación establecidos en la Iglesia.

Esperanza y gratitud

El encuentro celebró con gozo la presencia de jóvenes que alzan sus voces para ser escuchadas, de abuelos que estimulan con su paciencia y sabiduría, y del pueblo de Dios que no se deja amilanar por los dolores. Esta diversidad generacional es fuente de fortaleza y renovación.
El XVI EPA no termina, sino que comienza una nueva etapa de implementación pastoral en clave sinodal. Como declararon los participantes, el Espíritu los impulsa a pasar de la resistencia silenciosa a la incidencia profética, de la marginación a la dignificación, de la contemplación a la transformación. Encomendados a Nuestra Señora de Luján y al ejemplo de Manuel, los participantes salieron fortalecidos en su compromiso de construir una Iglesia verdaderamente católica: universal, inclusiva y misionera.

Hno. Ambrose